jueves, 14 de octubre de 2010

PINOS


Argentina: monocultivos en Misiones

El modelo actual esta al servicio de la necesidad de los países del primer mundo y no de los misioneros y argentinos. Para seguir exportando pasta celulosa, hay que continuar sembrando pinos y eucaliptos. Y más al sur hay que seguir plantando soja. En ambos casos se requiere que los colonos abandonen las chacras y se muden a las ciudades. Esto produce la destrucción personal y familiar, y es una de las fuentes de la violencia que vivimos actualmente .
GRANDES EXTENSIONES:
En el año 1881, cuando Misiones toma el estatus de Territorio Nacional, y se separa de la Provincia de Corrientes, la casi totalidad de su territorio se reparte entre 20 ó 21 familias. Este “pecado original” dará ocasión a posteriores pecados, entre otros al deterioro de la salud del suelo, de la disminución de las reservas de agua, la contaminación del aire y del ambiente en general, el desmejoramiento progresivo de la calidad de vida de sus habitantes, sobre todo de los pequeños agricultores. Su expulsión aparece como la actual política oficial, del poder de turno, así como el reemplazo de las chacras biodiversas por monocultivos de pinos, conformando el “desierto verde”, como lo calificaba el visionario Alberto Roth.
Todos aceptamos que la Naturaleza es Sabia, sin embargo pocos son los que la imitan, los que siguen sus principios.

Todos aceptamos que somos naturaleza, sin embargo nos ponemos fuera de ella, para explotarla, para hacer dinero y degradarla.

domingo, 3 de octubre de 2010

PINOS

La verdad forestal en Misiones

Organizaciones sociales advierten sobre los riesgos del monocultivo de árboles para la industria de la celulosa y aserraderos: concentración de tierras, pérdida de biodiversidad y desalojos campesinos e indígenas. Algo parecido a lo que ocurrió con la soja. Una legislación generosa incentiva su avance.

Verdes, prolijos y en línea. Son como un ejército en formación. El norte de Misiones está invadido por árboles que parecen clonados, miles de hectáreas de pinos, el cultivo más popular de la provincia, materia prima básica para plantas de celulosa y aserraderos. Impulsada por los gobiernos y el sector empresarial, la siembra masiva de árboles es un fenómeno en crecimiento, pero con consecuencias silenciadas: pérdida de biodiversidad y desalojo compulsivo de campesinos e indígenas. “Es un avance como el de la soja, que expulsa pobladores ancestrales, arrasa la vegetación nativa, utiliza agrotóxicos y exprime territorios con el único fin de obtener dinero. Es que las forestales no siembran bosques, siembran monocultivo industrial”, sostiene el Consejo Asesor Indígena (CAI), una de las organizaciones que se han declarado en alerta por el avance forestal en la Patagonia, con conflictos crecientes en Río Negro y Neuquén. En la última década, la forestación intensiva duplicó su producción y la superficie sembrada, al abrigo de una generosa ley –aprobada durante el menemismo y prorrogada luego– que otorga subsidios a las compañías, devolución de IVA y exención de Ingresos Brutos, entre otras ventajas. En definitiva, una industria de bajo perfil y alta rentabilidad.

monocultivo de pinos